lunes, 4 de octubre de 2010

Las listas de blauab... [2º parte]

Previously on blauab...

Había comenzado a escribir listas donde clasificaba todo lo que veía, hasta que un señor mayor en harapos usurpó mi lugar de elite. Sus listas eran increíbles, todo lo que yo jamás iba a poder ser. Hábilmente le robé sus rollos con listas y escapé hacia mi departamento triángulo en el edificio Adler. Creyéndome a salvo en mi refugio ya no podía destruir aquellos papiros, la duda me invadió. Llaman a mi puerta ¿Quién podrá ser?

Las listas de blauab 2º parte.

La sordina resuena otra vez en mi hábitat triangular. Ahora comienzan los golpes, uno tras otro y más y más y más. Quiero que se calle.

-¿Quién es? – pregunto.

Pero es en vano, la puerta sigue sonando y mi corazón palpita al doble de tiempo. Ya mis manos no pueden mantenerse firmes. Descubierta mi presencia en el departamento me acerco hasta la puerta y observo a través de la mirilla. ¡Ta madre! no hay luz en pasillo.

-¿Quién es? Vuelvo a preguntar.

Y la única respuesta es otro golpeteo. Ya no se qué hacer, prendo las luces y comienzo a caminar en triángulos por el lugar intentando pensar claramente. Noto como mis pasos ahora se acoplan al ritmo propuesto por los golpes en la puerta. Mi mente se estanca , pienso en algún rap pero no se me ocurre ninguno. Tomo una decisión final, mi falta de inteligencia y enorme curiosidad me ordenan que abra la puerta y me enfrente cara a cara con mi destino.

Camino por el cateto mayor hacia la puerta, llegando hacia la intersección con la hipotenusa mi cuerpo se estanca frente al umbral y comienzo a pensar en las posibilidades sobre la identidad de aquel que se encuentra del otro lado.

Mis manos ya no tiemblan, empieza el trayecto final hacia el picaporte, lo tomo y jalo hacia mí. La puerta está cerrada con llave, las busco entre mis bolsillos, las saco y libero las cerraduras. Ahora si, abro la puerta con confianza y veo claramente lo que hay del otro lado: Oscuridad total, nada, ni un rastro de lo que pudo haber estado molestando mi consciencia durante los últimos minutos. Prendo la luz y el pasillo se ve tan solitario como siempre. No se escucha nada. Cierro la puerta y trabo las cerraduras.

Me doy vuelta y ¡Ahí está, es él! El maldito anciano dueño de mi humillación. ¿Qué dirá? ¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Por qué el cielo es azul? No sé, no sé.

1 comentario:

  1. Antes de abrir la puerta, prefiero ponerme a mover el cuerpo al ritmo del golpeteo.
    Después si.
    Agarro una ojota y salgo a ver quien es.
    Si llega a ser mi conciencia la que toca a mi puerta, le doy con la ojota por el lomo. Llana y lisamente.

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