lunes, 18 de octubre de 2010

Crímenes inacabados - Amores de oficina

Isamel y Ella, (por razones de quien me refirió esta historia no puedo revelar su verdadero nombre) se conocieron en el trabajo. Las diferencias entre ambos son relevantes: Ismael tenía treinta tres años y Ella cuarenta y cuatro, sus estilos de vidas diferían por las razones dadas y esperadas según la edad de ambos, además su formación y procedencia también resultaban opuestas, (cabe aclarar que me niego a entrar en demasiados detalles engorrosos los cuales me impidan en forma completa o parcial contar la historia de manera más o menos directa).

Cuando Ismael entró a trabajar en la oficina Ella ya era toda una veterana en el lugar. Él se presentó amablemente y ella le hizo algunas preguntas de ocasión que para que lo vamos a negar le hicieron hacer sentir bien, digamos acogido,(quizá).

No se crea que voy a contar una historia de amor a primera vista, ni siquiera sé si esta es una historia de amor, solo conozco los pormenores de uno de los participantes, los cuales pueden ser una sarta de elucubraciones hijas de la locura del interlocutor o una serie de suposiciones y juegos de coquetería ocasional y mundana bien interpretados por él. De cualquier forma se trata de lo que vivió solo una de las partes.

Pasado el tiempo una amistad de oficina (todos saben como son) comenzó a forjarse. Encuentros ocasionales en la zona de esparcimiento, charlas minúsculas mientras uno se preparaba el café y Ella terminaba de apagar el cigarrillo.

Ismael comenzó en algún momento, y ya entrado en confianza con todos en la pequeña oficina, a escarparse de a ratos a la cocina y esperar que alguno de sus compañeros y o u compañera entrara y se pudiera dar alguna interacción. Con el tiempo surgieron para si los favoritos y favoritas, ya a la entrada de alguno comenzaba él una proto charla para saciar los tres minutos que ambos pudieran compartir en el lugar.

No fue sino hasta la fiesta de fin de año de la empresa en que Ismael sintió por primera vez el deseo de compartir algo más con Ella. Uno que otro trago, una que otra charla de más, algún que otro momento de intimidad inocente le bastaron a él para llenar su cabeza de interrogantes y afectos bastardos. Se volvió insoportable, cada vez pensaba más en Ella y cada vez más su obsesión lo doblegaba una vuelta más, (sí señor, ¡Obsesión! Y aunque el protagonista de esta historia no quisiera reconocerlo yo como su vocero, impuesto de prepo, reconozco en él todas la mañas y exageraciones de un obsesivo el cuál sin sentir amor alguno hacia Ella, porque como sabemos el que tenía estaba reservado para su novia, no pudo más que pensar día y noche en acercársele y hacer de sus vidas una aventura digna de una novela de esas que ya no sé si abundan).

Según Ismael Ella participó del juego de seducción cada vez que tuvo la oportunidad. La mayoría estábamos seguros de que por lo que Ismael solía contar aquellos acercamientos que el ponderaba como guiños no eran más que actitudes mundanas de cualquier mujer amable con alguien cercano. Esto nunca lo pudo entender.

Finalmente, y cuando su obsesión alcanzó niveles fuera de escala, (o según Ismael cuando el momento de asestar el golpe había llegado) en la oficina surgió la necesidad de enviarlos a ambos al Uruguay una semana completa para cerrar un negocio con unos potenciales clientes.
Ismael se preparó el fin de semana antes de partir. El domingo a última hora una discusión con su novia lo marginó del descanso hasta las cinco de la mañana. Como el barco no zarpaba sino hasta las diez de la mañana decidió irse a dormir unas horas y ganar fuerzas para el extenso lunes que le esperaba. Sin embargo nunca despertó a tiempo y cuando quiso explicarse con sus jefes estos le respondieron con un telegrama y un miserable cheque de despedida.

Nunca más pudo encontrarse con Ella, las situaciones no llegaron a concretarse y aún así sus sentimientos hacia ella nunca menguaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario