sábado, 18 de septiembre de 2010

Las listas de blauab... [1º parte]

Paso la mayor parte del día afuera en la calle yirando y yirando. Salgo a eso de las 9am y retorno a las 12 de la noche simplemente para dormir. Esto no se debe a que mi trabajo me lo demande, de hecho no tengo ninguno. Sin embargo mi psicólogo, a quien visito diariamente (el acensorista), me aconsejó que esto me serviría para disminuir el stress provocado por mi habitat usual. En este caso sería mi departamento de dos metros por uno dividido dos, (vivo en el edificio Adler). Por eso salgo a caminar y a andar todo el día de aquí para allá.
Para matar el aburrimiento que esto me provocaba comencé a anotar las cosas que me llamaran la atención, luego a hacer listas y separarlas según su categoría: Edificios, Personas, Mascotas, etc... Una brillante pelotudez la cual me permitió canalizar mi obsesión hacia un costado voyeur no perverso.

Todo iba viento en popa, los de la librería me amaban, yo amaba mis lapiceras y cuadernos, hasta que una mañana me crucé con un señor muy mayor que estaba parado en una esquina anotando cosas en un largo rollo de papel cocina. ¡Que inaudito! Este infeliz estaba parado en la mejor ubicación posible, sombra adelante para poder anotar, solcito atrás para no morirse de frío y una columna rota donde sentarse... Me acerqué a él y le hice saber mi indignación, el hombre bajó su papiro y tomando aire para decir algo profundo y grave ahí nomás me encajó una piña.

Luego de llorar y gimotear volví al lugar para enfrentarlo nuevamente, pero esto no pudo ser, ya no estaba en su lugar. Al lado de la columna encontré un cartelito que decía “Vuelvo en cinco”. Era el momento perfecto para mi venganza, le usurparía el lugar y el ya no podría hacer nada. Una vez dispuesto en la columna noté como el intruso había dejado todas sus pertenencias a un costado, incluyendo sus listas. Mi perversión alcanzó límites imposibles y comencé a leerlas. No podía creerlo, eran excelentes. Que nivel de detalle, que capacidad de síntesis y atención sobre las cuestiones prosaicas. Estaba devastado, mi única actividad la única virtud que me quedaba era humillada por la cursiva casi escolar de un cualquiera. A lo lejos lo vi acercarse, era el momento de escaparme con el botín y destruirlo por el bien de todos. Así hice, me escapé corriendo como pude mientras chocaba con todo el mundo. Finalmente salí ileso y los manuscritos originales continuaban en mi poder.

Volví a mi triángulo antes de lo previsto para poder pensar claramente. Necesitaba saber que hacer con las listas, ya no podía destruirlas, eran una obra de arte y yo vivía esta dualidad en la que por un lado admiraba enormemente a este poeta y por el otro me desgarraba el corazón ver como alguien con tanta facilidad podía superarme ampliamente.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la sordina que tengo por timbre. Eran las diez de la noche. ¿Quién podría ser? No supe si aventurarme por la mirilla o quedarme tieso en mi lugar rogando porque quien fuera que pudiera ser desistiera y se mandara a mudar...

Continuará...

1 comentario:

  1. Está muy bueno eso, Manu!!! Me quedo hipnotizada leyendo tus textos!
    Besote primo!!

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